A unos 15 kilómetros de la ciudad de Mendoza me encontré con el Museo Nacional del Vino y la Vendimia, una opción para visitar que está muy cerca de Bodegas López (que también visité y ya tendrá post).
Incluso vi por ahí alguna formación del Mendotran con lo que no es necesario ir con el auto.
Declarado como patrimonio histórico nacional desde el año 1998, el actual Museo Nacional del Vino y la Vendimia comenzó a funcionar en el año 1993 cuando ambos chalets fueron donados a la Municipalidad de Maipú.

Lo cierto es que el Museo Nacional del Vino y la Vendimia está emplazado en una antigua casona que pertenecía a las familias de Bautista Gargantini y Juan Giol, dos apellidos ilustres de la historia vitivinícola de la Argentina.
Para hacer un breve repaso podemos decir que Bautista Gargantini fue un inmigrante suizo que se instaló en Mendoza allá por el 1833. Luego de algunos trabajos como albañil se capitalizó lo suficiente como para poner un puesto de fiambres en el mercado central de la provincia.
En 1890 se asocia a Pascual Toso, otro gran personaje de la vitivinicultura y ya para el 1896 se asocia a Juan Giol.
Giol, por su parte, fue un inmigrante italiano que se instaló en Mendoza allá por el año 1887 y trabajo, durante esos primeros años, en la bodega El Trapiche, de la familia Benegas.
Finalmente, y como les comenté más arriba, en 1896 se asocia a Gargantini y fundan la bodega La Colina de Oro.
Si el nombre no les suena quizá el dato de que fueron los creadores del vino Toro ayude.

Esa sociedad nació unos años antes cuando ambos comenzaron a producir vino casero que luego comercializaban mayormente con los empleados del Ferrocarril Transandino.
El crecimiento del negocio fue impresionante, de hecho llegaron a tener unas 800 hectáreas en todo Mendoza, en las zonas de Russel y Rivadavia, que les permitió llegar a producir 42 millones de litros de vino.
Como si fuera poco, ambos eran concuñados lo que los llevó a construir dos chalets para funcionen como sus propias viviendas, bien cercanas al negocio que tenían juntos.
Unas construcciones que eran de avanzada para esa época, allá por el 1910. De hecho, llegaron a tener provisión de agua potable y luz eléctrica antes que la villa de Maipú.



En sí, en el Museo Nacional del Vino y la Vendimia se puede, además de recorrer la arquitectura del lugar, conocer de primera mano la historia de estos dos personajes y hacer un pequeño recorrido por algunas antiguas botellas de vinos emblemáticos que aun conservan.
Además tienen exhibidas algunas maquinarias y herramientas caseras que eran utilizadas para la vinificación.
Y sobre todo es una “ventana” para espiar un poco cómo era que se vivía en esos años en una de las familias más importantes de la provincia.

Seguramente a la hora de armar un viaje por Mendoza el Museo Nacional del Vino y la Vendimia no es una opción que esté entre las primeras de la lista pero si andan por la zona de Maipú y les sobra algo de tiempo es una visita que no viene mal hacer.
En mi caso, acompañado por Angel y Vino, nos mandamos sin reserva ni aviso y nos atendieron amablemente para hacer la recorrida un sábado por la tarde.
En distintos sitios figuran que los horarios son de lunes a sábados de 9 a 18, y los domingos y feriados de 10 a 14. Aunque la ficha de Google dice otra cosa. En fin, les recomiendo chequear previamente.
Salú!
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De profesión periodista, desde el año 2014 tengo este espacio en el que comunico el maravilloso mundo del vino. Desde hace más de 3 años realizo contenidos digitales para distintas bodegas y vinotecas de la industria. Acá vas a encontrar crónicas, entrevistas y alguna que otra recomendación. Parte de Argentina Wine Bloggers, fui jurado del Concurso Vino Sub30 edición 2015. Además fui finalista de los Born Digital Wine Awards 2017 y tengo hecho el WSET® L2 Wines & Spirits. Gracias, vuelva prontos!