Hace un tiempo, charlando con Vino con Junior y su padre Juan Carlos, salió el tema del vino y de qué preferíamos cada uno en cuanto a variar de etiqueta.
Por un lado estábamos Gonza y yo, partidarios de aprovechar cada una de las ocasiones de descorche para probar y descubrir vinos que nunca habíamos probado.
O al menos de añadas diferentes en los que sí nos habíamos cruzado. Suscribirse a clubes de vino o visitar vinotecas que hacían degustaciones eran la norma (?) en los comienzos de ambos en este mundo.
Hasta que conocimos a Musu y su Cueva, pero esa historia es para otro post.

Por el otro, Juan Carlos. Para él, ávido bebedor de vino blanco, siempre es mejor tomar una etiqueta conocida, que sabe que no le falla y le asegura placer lo mismo.
Eso sí, tiene dos o tres de backup (?) pero siempre se mueve en ese espacio de variedades y etiquetas.
La charla quedó ahí hasta que hace un tiempo, y de manera virtual desde que Gonza vive en Toledo, España, me contó que en términos generales su viejo vivió tomando Etchart Privado Torrontés como vino de cabecera. Para Juanca, el vino es “pagar el vino de mesa, el de la satisfacción garantizada”.
Un vino de digamos $500 es una excentricidad ya que Juan Carlos no puede comer sin vino, porque para él la comida, ya sea en el almuerzo o en la cena van con vino, y está muy bien.
Los puntajes, las novedades en la prensa, le interesan, sí, e incluso las comparte, pero al fin del día lo que le importa es el que le da satisfacción desde siempre.
Su mentalidad con el vino pasa por otro lado, pasa por el disfrute hecho y derecho, tan simple como eso.

Esa charla, ya hace más de un año atrás, siempre me pareció una gran muestra de realidad en el consumo de vino. Es que uno, personalmente, siempre apunta al descubrir, conocer y aprender, con lo que a veces se “desconecta” con esa forma de verlo, o de consumirlo.
También es cierto que lo más probable es que muchos de los lectores de este blog sigan este camino de la búsqueda de nuevas expresiones, lugares, y un largo etcétera.
El hecho de “tomar siempre lo mismo” uno lo ve como un desperdicio, es decir, teniendo tanto ¿por qué seguir en el mismo lugar? Pero también es cierto que en algún punto se pierde el foco inicial, al menos el mío, el hecho de disfrutar.
Por suerte el vino genera momentos y eso es lo importante, ya sea con la última perla que te recomienda tu vinotequero amigo, con la etiqueta que venís tomando hace años o con el que conseguís de oferta en el chino.

Hoy, Día del Amigo, me acordé de esta charla con uno grande, y este post me sirve de excusa porque está lejos pero siempre será compañero en este camino y en otros. Salú, papito.

De profesión periodista, desde el año 2014 tengo este espacio en el que comunico el maravilloso mundo del vino. Desde hace más de 3 años realizo contenidos digitales para distintas bodegas y vinotecas de la industria. Acá vas a encontrar crónicas, entrevistas y alguna que otra recomendación. Parte de Argentina Wine Bloggers, fui jurado del Concurso Vino Sub30 edición 2015. Además fui finalista de los Born Digital Wine Awards 2017 y tengo hecho el WSET® L2 Wines & Spirits. Gracias, vuelva prontos!