La semana pasada estuve en Mendoza por invitación de Bodega Santa Julia para recorrer sus dos fincas, una en Maipú y otra en Santa Rosa, de la que trata este post.
Santa Rosa está a unos 85 kilómetros de la Ciudad de Mendoza hacia el lado este de la provincia y es donde comenzó toda la historia de los Zuccardi, propietarios de Bodega Santa Julia.
Allí nos recibieron Edgardo Consoli, ingeniero agrónomo, y Bernardo Nerviani, encargado de la finca Santa Rosa y la finca de Maipú.
Concretamente la finca Santa Rosa tiene 45 años. Por ello renuevan 35 hectáreas por año, algo así como el 6 por ciento de su superficie.
En total tienen 106 cuarteles con 5 y hasta 6.5 hectáreas. Del total de hectáreas 130 son orgánicas certificadas.
Ya les contaré de Maipú en otro posteo pero allí tiene 180 hectáreas de vid más 70 de olivos que son orgánicas.
Bernado nos contó que cuando arrancan un viñedo viejo le dan, a la tierra en la cual estaba plantado, un año de descanso cultivando sorgo, centeno y algún verde que le de aire.
Para administrar todo el volumen de gente lo tienen ordenando en escala jerárquica, así hay tres capataces que tienen cinco ayudantes encargados que a su vez tienen doce personas a cargo.
Bernardo nos contó que si bien no toda la finca es orgánica el resto de la misma se maneja de manera similar.
Por eso, por ejemplo, consumen entre 5 y 6 mil toneladas de compost por año.
En Santa Rosa tienen plantado bonarda, chardonnay, syrah, algo de tempranillo y un poco de ancellotta. Además de malbec, claro.
Los varietales de la línea Innovación también están plantados en la finca Santa Rosa.
Dije bonarda? Es la misma que tenía Emma, dije tempranillo? Es parte del Q. Dije syrah? El Serie A sale de acá.
Bernado nos contó que fueron pioneros en el ingreso de algunas variedades como el viognier, el albariño y la ancellotta.
Una de las particularidades de Santa Rosa es que en la zona hay ciclos de heladas intensas y luego periodos de tranquilidad. Por ejemplo en la primavera de 2013 hubo cinco días de heladas consecutivas.
Cuál es el problema de una helada? La helada produce daños irreversibles en la cosecha inmediata. Al ser helada tardía en septiembre, octubre o noviembre genera daños que hacen que la planta no alcance a recuperarse al cien por ciento para la cosecha siguiente.
Algo parecido a lo que sucede con el granizo intenso de enero que pela la planta y hace que se pierda la cosecha de ese año y la mitad de la siguiente.
La helada temprana es a fines de marzo o abril, con la planta en plena actividad lo que seguramente también afectará la cosecha del siguiente año.
Volvamos al viñedo. Por ejemplo al de tempranillo que tiene 45 años y es de donde salió el primer Q y el primer Zeta. Nada menos.
La conducción es por sistema parral con 6 metros de diferencia entre hileras. Edgardo nos contó que lo ralean todos los años y tiene unos rendimientos de 80 quintales por hectárea.
La finca tiene sistema de riego por superficie y algunos cuarteles tiene también goteo. Para ello tienen dos fuentes de agua con 14 perforaciones a 280 metros de profundidad y el agua sube por presión. Así obtienen 250 metros cúbicos. También tienen derecho de riego para 220 metros cúbicos de agua que proviene del río Tunuyán.
Como no tienen reservorio cuando llega lo redistriubuyen y lo introducen al sistema de riego que ya tienen de forma subterránea.
Con el vivero empezaron hace 25 años y desde 2010 empezaron a hacer ensayos de injertación.
Bernardo comentó que la humedad de la zona hace muy difícil el proceso y que en esas pruebas les fue mal, teniendo éxito solo en el 12% de los intentos. Importar plantas buenas era muy costoso y no eran las que ellos querían.
Entonces decidieron profesionalizarse y viajó, en 2014 y 2017, a Francia e Italia para conocer y aprender de los viveros de allá que llevan 130 años de trabajo.
Cuando regresó empezaron a hacer pruebas y llegaron a rendimientos de más del 85%. Gracias a eso desde hace dos años no compran más plantas y se aseguran sus propias selecciones.
Si bien empezaron para auto abastecerse, con 300 mil plantas por año, a partir del año pasado le venden a los productores a los cuales ellos le compran para asegurarse que tengan plantas buenas y de calidad.

Ya en el vivero Bernardo y Edgardo nos contaron un poco cómo es el proceso de injertación y los distintos tipos de pie que utilizan.
Así la planta en pie franco es una estaca, que la clavan en la tierra, la riegan y prende naturalmente. Son selecciones de la poda. Y tienen lotes dadores de yemas y de estacas.
Por otro lado a una estaca se le injerta una yema, un nudo, y eso es una estaca uninodal.
Se trozan 800 mil estacas por año y se injerta en pie Poulsen de 35 cm.
Hay dos métodos para realizar injertos.
Uno es con una maquina, la técnica Omega, que básicamente le hace una hendidura a la yema y a la estaca para que encastren como un rompecabezas. Puede hacer 3500 injertos por día.
Se la estimula con un poco de hormonas y luego se conserva en una camara con humedad 80 por ciento y 28 grados. Así se forma un callo de cicatrización y empiezan a ligar.
A los 20 días los llevan al campo. El pie es el encargado de armar las raíces y la yema de brotar pero para que brote deben estar conectados e intercambiar nutrientes.
Bernardo hizo hincapié en que es un proceso muy dependiente de la humedad ambiente. Para ello tienen aspersores colgados para generar, en forma intermitente, el aumento de la humedad relativa y mantener fresca la planta.
El otro método consiste en la colocación de la yema a mano, ahí el operario hace los cortes con cortante y mucha precisión y luego los une. Puede hacer unos 1000 injertos por día.
Más allá de lo manual y el requerimiento de recurso humano calificado originalmente solía ser una técnica bastante prendedora.
Por ahora utilizan ambas técnicas ya que son complementarias.
En la foto de portada se ve algo que recubre el injerto, es una cera que traen de Noruega y que resiste cambios de temperatura y no se raja.
Para colocarla se le hacen dos baños de cera y el callo queda protegido para que no se deshidrate. Luego de 30 días la yema con su fuerza rompe esa cera.
Todo el proceso demora doce meses y para este año planean injertar unas 800 mil plantas.
Cuando parecía que la master class (?) terminaba ahí Bernardo y Edgardo nos hablaron sobre una determinada clasificación de las plantas.
Es decir, dentro de las plantas están las comunes y las certificadas, por ejemplo en Europa son todas certificadas y en Mendoza son todas comunes, o la mayoría.
Ahora qué quiere decir? Quiere decir que el que la vende garantiza que la planta no tiene ningún tipo de virus que afecte su calidad y rendimiento.
Para ello los padres de la estaca son analizados con biología molecular y chequean que las cabeza de los clones estaban libre de virus.
En Santa Julia tienen la idea de dentro de 5 o 7 años sólo hacer plantas certificadas. Ya empezaron a trabajar en ello y tienen un lote de platas madre ya certificadas de malbec, chardonnay y cabernet franc. Son clones que están en crecimiento y son revisados anualmente para seguir garantizando la calidad.
Hasta acá lo que fue la visita a la finca Santa Rosa de Bodega Santa Julia, realmente una jornada donde aprendí mucho y descubrí algunos laburos que se hacen más allá del “simple” hecho de hacer vino.
Gracias a Nancy, Coty, Edgardo, Bernardo y todo el equipo de Bodega Santa Julia por la invitación y la predisposición para volverme con un montón de material. Salú!
Podés leer un gran resumen de todo el viaje en el blog de Ángel http://angelyvino.blogspot.com/2019/06/santa-julia-pornaturaleza-lo-que-hay.html?m=1

De profesión periodista, desde el año 2014 tengo este espacio en el que comunico el maravilloso mundo del vino. Desde hace más de 3 años realizo contenidos digitales para distintas bodegas y vinotecas de la industria. Acá vas a encontrar crónicas, entrevistas y alguna que otra recomendación. Parte de Argentina Wine Bloggers, fui jurado del Concurso Vino Sub30 edición 2015. Además fui finalista de los Born Digital Wine Awards 2017 y tengo hecho el WSET® L2 Wines & Spirits. Gracias, vuelva prontos!