Hace unos meses, o semanas, ya no recuerdo la verdad, leí el Argentina Special Report Argentina 2020 de Tim Atkin.
Allí en uno de los 10 puntos destacados sobre lo que “se debe saber de Argentina” hablaba de las viñas viejas de Argentina como un “punto vital de diferenciación” para la Argentina de cara al mundo, claro.
Incluso propone que sea utilizado como una herramienta de promoción, no solo para hablar sobre historia sino también sobre calidad. Y es que los viñedos antiguos son parte de la identidad de la vitivinicultura del país.
Números y algunas opciones disponibles
Así lo demuestran los números que presentó, en 2016, el Observatorio Vitivinícola Argentino y aunque tenga 4 años ya, de todas maneras sirve para notas que viñedos de hasta 3 años representan el 4% de la superficie nacional. Los que tienen entre 4 y 10 años el 19%; los que tienen entre 11 y 40 años casi la mitad de la superficie un 48% y los que tienen más de 40 años el 29%.
Además indican que el primer registro de un viñedo data de 1889 y es de 3 hectáreas en Salta, de las cuales una fue de malbec.

Dije Salta? Ahí Bodega El Esteco elabora su línea Old Vines con un malbec de 1946, un torrontés de 1945, un cabernet sauvignon de 1947 y una criolla de 1958.
De esa criolla, Claudio Maza, enólogo de El Esteco, destaca que saben que “son plantas remanentes de antiguas reconversiones de finales del siglo XIX”. Y agrega que para él lo distintivo de un viñedo viejo es la constancia ya que les permite “obtener solidez”.

En Mendoza la historia no es muy distinta ya que por ejemplo Pablo Durigutti cuenta que en Finca Victoria tienen viñedos de malbec, cabernet franc, charbono (bonarda), cordisco, nero d’avola, criolla, y marsanne de las que destaca que las primeras tres existieron, mezcladas, desde el origen de la finca que posee viñedos centenarios y forman parte del Proyecto Las Compuertas.
En San Rafael, Bodega Goyenechea prepara el lanzamiento de un malbec que fue implantado en 1928, con sistema parral. Hoy, estos viñedos que tienen más de 90 años no tienen los mismos rendimientos por hectárea pero conservan su pie criollo que fue injertado en los años 50.

Viñedo joven vs. viñedo viejo
Según especialistas, los viñedos viejos suelen ser más equilibrados, menos sensibles a problemas climáticos y por ello de producción más estable en las diferentes añadas respecto a los viñedos jóvenes.
Es que a medida que pasa el tiempo las vides van adquiriendo un mayor y más profundo sistema radicular. “Tener raíces más abundantes y profundas les permiten tomar agua de un volumen mucho mayor de suelo y por ello ser menos susceptibles a las sequías y al stress hídrico en jornadas muy calientes” me cuenta Roberto de la Mota.
Algo en lo que coincide y profundiza Guillermo Barbier, propietario de 1924 Viña De Ángeles, en Vistalba.
“El sistema radicular de cada vid, luego de décadas en las que se ha ido desarrollando en el sector de suelo que la rodea, con avances y retrocesos marcados por disponibilidad de agua y composición de suelo, terminan logrando finalmente el desarrollo radicular más eficiente posible para el lugar donde se encuentra plantada”.
Por su parte, los viñedos jóvenes suelen ser más vigorosos y productivos que los más antiguos pero al tener un sistema radicular más superficial y producciones más elevadas son más sensibles al stress, la deshidratación, y tanto más.
Además requieren más trabajo de manejo de canopia para lograr controlar el vigor y acompañar de forma sustentable los trabajos de la poda. Para Pablo, “es este tipo de manejo el que aporta la consistencia necesaria para que el viñedo envejezca adecuadamente”.

Pero, ¿cuándo empieza a envejecer la vid? Roberto de la Mota contó que no existe un momento determinado en el que se pueda definir de forma cronológica ya que “se debe al periodo en que la planta comienza a regular el nivel de productividad y adquiere la estructura aérea y radicular que le permite producir uvas de gran riqueza de color, aromas y sabor. Por lo general eso se adquiere alrededor de los 7 años luego de la plantación”.
En el NOA, me cuenta Francisco Tellechea, ingeniero agrónomo de Bodega El Esteco, que el promedio de edad de los viñedos en los que tienen experiencia “logra una calidad estable a partir de los 10 años, empezando a envejecer al llegar a los 30”.

Retomando el inicio del post acerca del potencial o la oportunidad para Argentina de hacer de sus viñas viejas un valor a comunicar fuertemente, es bueno destacar que en algún punto ya se caracteriza por ser un productor que cuenta con grandes superficies de viñedos viejos y también, como agrega Pablo Durigutti, “de viñedos plantados a pie franco, lo que es un evento muy poco frecuente en la actualidad”, es cierto, aun queda camino por recorrer.
Por ejemplo, Guille Barbier plantea que más tarde o más temprano llegará el momento de destacar esta situación ya que cree que “los vinos de viñedos viejos de Argentina serán una de las varias joyas que Argentina enviara al mundo”, aunque reconoce que aun falta camino por recorrer en otras aristas ya que “formará parte del desarrollo y el crecimiento que viene atravesando la industria desde hace décadas”.
El hecho de tener una importante superficie de viñedos antiguos, especialmente de malbec pero también de, por ejemplo, torrontés, hace que Argentina esté bien posicionada al respecto aunque, cuenta de la Mota, “la crisis de los años 80 y el crecimiento poco ordenado de algunas urbanizaciones fueron avanzando sobre parcelas de gran valor cualitativo y patrimonial de nuestra viticultura”.

Justamente zonas como Las Compuertas vienen resistiendo desde hace unos años el avance de barrios privados, canchas de golf y otros emprendimientos inmobiliarios que ponen en peligro viñas históricas de la zona.
Sin dudas que las viñas viejas empiecen a cobrar más relevancia va a depender del estado de preservación que tengan, las variedades que tengan plantadas, mencioné malbec y torrontés, pero hay criolla y semillón también con un buen crecimiento y curiosidad por parte del consumidor, y por supuesto, pensando en el mercado internacional, siempre estará la comparativa que pudiera haber con la edad de los viñedos antiguos del Viejo Mundo que lógicamente nos llevan unos 400 o 500 años de ventaja.
Gracias a Roberto de la Mota, Guillermo Barbier, Claudio Maza, Francisco Tellechea, Sebastián Goyenechea y Pablo Durigutti por sus testimonios. Salú!

De profesión periodista, desde el año 2014 tengo este espacio en el que comunico el maravilloso mundo del vino. Desde hace más de 3 años realizo contenidos digitales para distintas bodegas y vinotecas de la industria. Acá vas a encontrar crónicas, entrevistas y alguna que otra recomendación. Parte de Argentina Wine Bloggers, fui jurado del Concurso Vino Sub30 edición 2015. Además fui finalista de los Born Digital Wine Awards 2017 y tengo hecho el WSET® L2 Wines & Spirits. Gracias, vuelva prontos!