Ubicada en una edificación que data de 1888, construida originalmente por inmigrantes italianos, Nieto Senetiner es un testimonio vivo de la evolución del vino en Argentina.

La visita a esta icónica bodega fue una de las paradas del último viaje a Mendoza. Allí me recibieron Julia Ledesma, enóloga, y Santiago Mayorga, Chief Winemaker.

Julia Ledesma
Julia Ledesma

El edificio, que conserva gran parte de su estructura original a pesar de las ampliaciones, pasó por las manos de las familias Stalloca y Pérez Cuesta antes de ser adquirida por Nicanor Nieto.

Con el matrimonio de una de sus hijas con Adriano Senetiner, se forjó el nombre que conocemos hoy: Nieto Senetiner.

Desde 1998, la bodega forma parte del Grupo Molinos, consolidando al vino dentro de su portfolio de alimentos.

Piletas de concreto en Nieto Senetiner
Piletas de concreto en Nieto Senetiner

Actualmente Nieto Senetiner en Vistalba maneja cerca de un millón de kilos de uva. Durante el recorrido, Julia nos mostró cómo resolvieron un problema de volumen que data de los años 70: las inmensas piletas de concreto de 80.000 litros.

Para hacer manejable este volumen en la fermentación sin sobreextraer, incorporaron un sistema ingenioso que utiliza aire comprimido para homogeneizar la masa. Esto les permite fermentar 25.000 kilos de uva en solo siete días, optimizando el uso de las grandes estructuras.

Además, utilizan tanques más pequeños, de hasta 9.000 litros, para las microvinificaciones.

Viñedo en Nieto Senetiner
Viñedo en Nieto Senetiner

Mientras que la bodega de Vistalba se enfoca en la línea NS (Nieto Senetiner) y Cadus, el grupo tiene otra bodega en Carrodilla, a cargo de Roberto González, que procesa 13 millones de kilos para los vinos de rotación (Benjamín, Aimé, Fran, etc.) y todos los espumosos.

En cuanto a Cadus Wines, históricamente siempre representó la alta gama de Nieto Senetiner, con uvas de diversos orígenes. Sin embargo, en 2013 se tomó una decisión estratégica: con la llegada del enólogo Santiago Mayorga (quien venía de Mendel), el objetivo fue transformar a Cadus en una bodega de alta gama con identidad propia.

Los vinos de Nieto Senetiner y Cadus
Los vinos de Nieto Senetiner y Cadus que probé durante la visita

Entonces, el proyecto de Cadus se trasladó al Valle de Uco, de donde proviene la mayoría de la uva de sus vinos. Hoy, la bodega de Cadus en Valle de Uco maneja 65.000 litros y cuenta con 15 tanques, 4 huevos de concreto, 2 foudres, 2 clyver y 5 ánforas.

El concepto es claro: enfocarse en el vino de origen, buscando diversificar los recipientes y reducir el uso de barricas. Actualmente, el 80% de las uvas de Cadus son compradas a pequeños productores.

Por su parte, la marca Nieto Senetiner (NS) está en un proceso de refresco, buscando mostrar que su trabajo va más allá del volumen. Sus etiquetas se enfocan en la variedad, los vinos de corte de Luján de Cuyo y Valle de Uco, y la nueva línea Patrimonial.

Esta última rinde homenaje a la historia con cuatro varietales emblemáticos provenientes del Valle de Uco, destacándose con un cambio de etiqueta que subraya su legado.

En cuanto a los vinos me sorprendieron gratamente dos criollas que elaboran con perfiles distintos, una en cada bodega.

Por un lado el Nieto Senetiner Patrimonial Criolla Grande de Divisadero, ubicada en el este de Mendoza, tiene una historia singular, ya que esta uva solía destinarse a la producción de mosto.

Sin embargo, se decidió trabajar en este cuartel específico para elaborar un vino, realizando la primera cosecha en 2022. Su crecimiento ha sido notable: en 2024, la producción alcanzó los 15.000 litros.

Por otro, el Cadus Criolla Chica 2023 que proviene de Vista Flores. Su elaboración se caracteriza por una guarda de un año en concreto, y fue fermentado utilizando levaduras probióticas. Este vino se produce con rendimientos de 9.000 kg por hectárea.

El resultado es una Criolla más enfocada en la sensación en boca, sin paso por madera, y se distingue por su perfil terroso.

La cava en Nieto Senetiner
La cava en Nieto Senetiner

La visita terminó en el restaurante Villa Blanca, cuya hospitalidad está a cargo de la sommelier Lorena Buffa.

Aunque el salón interior mantiene una decoración sobria, la experiencia gastronómica resulta más atractiva al aire libre.

Gracias a Julia y a Santiago por recibirme. Salú!

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