En el marco del Día del Pinot Noir, hace ya un mes y monedas, tuve la suerte de ser invitado a una degustación especial de Bodega Familia Schroeder, donde pude probar algunas de sus etiquetas elaboradas con este varietal.

La experiencia no solo fue una buena excusa para profundizar en la singularidad del pinot noir en la Patagonia, sino también conocer más sobre esta bodega y su trayectoria.

De yapa la cena, que tuvo lugar en Malo by Franco, contó con la presencia de Roberto Schroeder, CEO de la bodega, y de Leonardo Puppato, el enólogo a cargo y quien ha acompañado el proyecto desde sus inicios.

Leonardo Puppato
Leonardo Puppato

La historia de Familia Schroeder es una de esas que inspiran. En el año 2000, Herman Heinz Teodoro Schroeder decidió apostar junto a sus hijos por un proyecto vitivinícola en una de las regiones más australes del mundo: San Patricio del Chañar, en la provincia de Neuquén, Patagonia.

En un terreno desafiante, casi desértico, lograron convertir lo que parecía imposible en un oasis productivo. A tal punto que el día de hoy esta zona es reconocida en el mapa vitivinícola. De hecho su clima frío, suelos pobres y la pureza del agua que baja del deshielo de los Andes, son factores que hacen de esta región un lugar perfecto para el cultivo de la variedad.

Si hablamos de San Patricio del Chañar hay que decir que está ubicado a tan solo 53 km de la ciudad de Neuquén y es considerada una de las áreas vitivinícolas más australes del mundo. Esta región cuenta con condiciones que no solo favorecen el crecimiento de viñedos saludables, sino que además imprimen en los vinos características únicas.

El clima seco y ventoso, junto con la marcada amplitud térmica entre el día y la noche, permite obtener uvas con una concentración de aromas y sabores distintivos. Esto se percibe especialmente en los pinot noir, una cepa delicada que en San Patricio del Chañar encuentra un equilibrio perfecto entre frescura y complejidad.

El pinot noir es una cepa conocida por ser caprichosa y difícil de cultivar. Originaria de la región de Borgoña, en Francia, este varietal necesita condiciones climáticas específicas para desarrollar todo su potencial. En la Patagonia el pinot ha encontrado un hogar ideal. Las temperaturas frescas y los vientos constantes permiten que las uvas maduren lentamente, preservando su acidez y permitiendo el desarrollo de una complejidad aromática única, con notas que van desde los frutos rojos frescos hasta matices terrosos y florales.

En la degustación, en cada etiqueta de pinot noir de Familia Schroeder se fue percibiendo una expresión diferente del varietal. Desde los vinos jóvenes, frescos y frutales, hasta aquellos con crianza en barrica, más estructurados y elegantes, pude percibir cómo el terroir patagónico moldea esta cepa para ofrecer vinos vibrantes, con una frescura distintiva y taninos suaves.

Si hablamos de la bodega hay que decir que ésta está construida contra una barda – la ladera del valle –, con un diseño que aprovecha la pendiente natural del terreno, permitiendo que el proceso de vinificación se realice por gravedad. Este sistema no solo es eficiente, sino que también minimiza el uso de bombas, reduciendo el impacto oxidativo en las uvas y preservando la calidad del vino desde el viñedo hasta la botella.

En la actualidad, Familia Schroeder cuenta con 250 hectáreas de viñedos en San Patricio del Chañar, de las cuales 40 hectáreas están dedicadas al pinot noir. Sin embargo, el propio Leo contó que dada la creciente demanda de este varietal, tienen planeado expandir su plantación, sumando 50 hectáreas más en los próximos cinco años.

Leo comentó que esta expansión no solo responde a una necesidad comercial, sino también a una visión a largo plazo de consolidar a la Patagonia como una de las regiones clave para el cultivo de Pinot Noir en el mundo.

Además de sus viñedos, Familia Schroeder cultiva 25 hectáreas de cerezas, una fruta que madura a finales de noviembre y que, curiosamente, comparte algunas características en términos de cuidados con la uva pinot noir. Ambas requieren atención meticulosa y son extremadamente sensibles a las variaciones climáticas, lo que refuerza la idea de que la Patagonia es una región ideal para la producción de productos de alta calidad.

Dinosaurios en Familia Schroeder
Dinosaurios en Familia Schroeder

Pero claro, si uno habla de los vinos de Familia Schroeder es inevitable mencionar uno de los aspectos más fascinantes de su historia: el hallazgo de un dinosaurio durante la construcción de la bodega.

Los restos fósiles, pertenecientes a una especie herbívora de 75 millones de años de antigüedad, fueron bautizados como Panamericansaurus Schroederi en honor a la familia. Este descubrimiento no solo se convirtió en una curiosidad histórica, sino que inspiró el nombre de su primera línea de vinos, Saurus, y el del restaurante de la bodega. Incluso la cava especial donde se conservan los restos del dinosaurio es un símbolo de cómo la bodega ha sabido integrar su proyecto en el entorno natural e histórico de la Patagonia.

Una gran experiencia poder probar los pinot noir de Familia Schroeder, una bodega que ha logrado posicionarse como un referente en la producción de la variedad en la Patagonia. Y, sin duda, seguirán siendo protagonistas en su expansión en una de las regiones más desafiantes del mundo vitivinícola.

Gracias Sol y equipo por la invitación. Salú!

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