Hace unas cuantas semanas atrás estuve en lo que fue la presentación de Matervini y un recorrido histórico por sus vinos.

Un recorrido que estuvo a cargo de los propios Santiago Achával y Roberto Cipresso, creadores de Matervini. Junto a ellos hicimos degustamos una vertical de algunos de los vinos más emblemáticos de su proyecto, destacando la evolución de cada etiqueta a lo largo de los años y la identidad única de los terroirs que los originan.

Fundada en 2008 con la pregunta “¿qué viene después del malbec?”, Matervini encuentra que la respuesta está en el mismo malbec, pero explorando nuevos horizontes y terroirs. En lugar de centrarse solo en suelos aluvionales, optaron por buscar la identidad de cada terroir, explorando desde suelos convencionales hasta otros prácticamente inexplorados, como los de la Pre-cordillera de Mendoza.

Roberto Cipresso y Santiago Achaval
Roberto Cipresso y Santiago Achaval

La noche fue una oportunidad única para experimentar la evolución de los vinos de Matervini en diferentes añadas. La modalidad vertical permitió no solo apreciar las diferencias sutiles entre cosechas, sino también entender cómo la consistencia en el manejo de los viñedos —con un promedio de 30 quintales por hectárea y un criterio unificado para el punto de cosecha— permite que las comparaciones se centren en las características intrínsecas de cada terroir.

El recorrido de la degustación comenzó con vinos provenientes de suelos más aluvionales y progresivamente se desplazó hacia aquellos con características geológicas más complejas y antiguas. Esta progresión no solo resaltó las diferencias en textura, acidez y aromas, sino también la capacidad de Matervini para ir “jugando” con cada uno de esos terroirs que eligieron.

La exploración y el descubrimiento son fundamentales en la filosofía de Matervini, por eso tanto Santiago como Roberto han recorrido diversos terroirs en Argentina, desde el Valle de Uco hasta los Valles Calchaquíes, pasando por lugares tan diversos como Yacochuya en Cafayate y Piedras Viejas en El Challao, Mendoza. Y fue en cada uno de estos lugares que fueron encontrando una expresión única del malbec, revelando la inmensa diversidad que esta variedad puede ofrecer cuando se cultiva en diferentes suelos y climas.

Degustación de los vinos de Matervini
Degustación de los vinos de Matervini

Además de su enfoque en la diversidad de terroirs, Matervini ha integrado prácticas sostenibles tanto en viñedo como en bodega. La bodega, ubicada en Perdriel, Mendoza, refleja el compromiso con el medio ambiente a partir de la presencia, por ejemplo, de paneles fotovoltaicos que generan toda la electricidad necesaria para la bodega, mientras que los paneles solares colectores proveen la energía térmica. Además, se devuelve al viñedo el compostado de todos los residuos orgánicos, cerrando así el ciclo de producción.

En cuanto a los vinos que probamos, arrancamos con Matervini Canota 2015, un tinto con buena acidez. Más fruta negra. Algo de hoja de tomate. Dulzón al final.
Luego seguimos con Matervini Canota 2019, acá hay un perfil más floral. Más fresco. Más fruta roja. Mencantó.

Luego seguimos con Matervini Alteza 2015 y 2019. En el primero hay buen volumen, fruta más negra, elegacia y persistencia. En la 2019 se percibe un vino más fresco, joven, vibrante y con cuerda para rato.

Lo balsámico es el elemento en común.

El tercer flight fue de Matervini Finca, acá probamos la 2017 y la 2019 porque la 2015 la perdieron a partir de la caída de granizo. En Finca 2017 percibí buena acidez, vibrante. Algo de especias, un vino completo pero que no me vuelve loco. En el Finca 2019 hay buen volumen, siguen las especias. Mucha intensidad y potencia.

Luego fue el momento de probar algunas novedades como el caso de Matervini Imposibles 2021, un vino cuya primera añada fue la 2019 pero la vendieron toda en el wine club que tiene Matervini.

En cuanto a la 2021, hay complejidad, presencia de futa, hay potencia con elegancia. Un vinazo que tiene todo por delante.

El último vino fue Matervini Piedras Viejas Terrazas 2020, un vino del que compran la tierra en 2006, un campo en pre cordillera y plantan 11 mil plantas. Un tinto vibrante, con estructura. Buena fruta, elegancia y tanino.

Matervini y un recorrido histórico
Matervini y un recorrido histórico

Lo cierto es que con este repaso por los vinos y por la historia de Matervini uno puede deducir que no se detendrán en su búsqueda. Aunque la producción anual de la bodega se mantiene en alrededor de 40.000 botellas, Santiago y Roberto están continuamente explorando nuevos terroirs, siempre con la intención de capturar lo mejor de cada lugar.

Este viaje, lleno de cambios, personalidad y emoción, como lo describe Santiago Achával, es lo que mantiene viva la esencia de Matervini: un proyecto que busca lo desconocido en lo conocido, lo nuevo en lo antiguo, y que siempre está dispuesto a ir más allá en la búsqueda de la expresión perfecta del malbec en Argentina.

Gracias Mery por la invitación. Salú!

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